Con la generosidad de la tierra
Conviene que sepas que en nuestra casa sólo tienen cabida los ingredientes más nobles escogidos en sus lugares de origen, en el regazo de su tierra.
De ahí que La Despensa de Palacio esté siempre perfumada por la fina canela “de la reina”, llamada así por ser la que se destina en el antiguo Ceylan para la reina de Inglaterra; que sus amasadas se coronen con la reina de las especias, la sublime vainilla Bourbon, recogida de las enredaderas que crecen en las laderas volcánicas del Pico de la Fournaise, en la isla Reunión; que en nuestros barriles centenarios repose el celebrado vino Pedro Ximénez, extraído de las paseras en las atalayas de la Axarquía malagueña y de la no menos famosa comarca Montilla-Moriles; que, cada día, entren por nuestras puertas, con sus inconfundibles rayos de olor, los muy renombrados limones de Vélez-Málaga; que entremezclen sus sabores desde sus orzas de barro la exquisita miel de romero, de las sierras de Estepa, con la delicada miel de azahar, de los naranjales del antiguo condado de Palma; que tostemos los más sabrosos pistachos de la tierra del valle del Simeto, vigilado por el majestuoso Etna, o las preciadas almendras larguetas de los montes de Alhama, o que refinemos, únicamente, las jugosas almendras marconas que maduran las brisas del Mediterráneo en su costa levantina; y … el cacao, que para nosotros merece punto y aparte.